¿Verdad o ilusión?





Apuntes sobre Un cuarto propio de Virginia Woolf
«Escribirá con rabia, en lugar de escribir serenamente. Escribirá tontamente en lugar de escribir con sensatez. Escribirá sobre ella misma en lugar de escribir sobre sus personajes. Está en guerra con su destino»

Concernida por un mundo que excluye a la mujer, en el marco de la Inglaterra de la época post-victoriana, Virginia Woolf, la que teme no ser tomada en serio, desata en Un cuarto propio una serie de impresiones sobre la cultura, la femineidad y la escritura. Su mirada incisiva e irónica, refleja la condición de desigualdad social, económica y moral de la mujer.
El ensayo se inicia con la palabra ‘pero’. El pero de un mundo que no pide a las personas que escriban poemas, novelas o historias. El pero de un auditorio burlón y cuasi indiferente. El pero como posición: la mujer es el espejo que refleja la figura del hombre dos veces agrandada. Los parámetros femenino-masculino son opuestos y en la cuestión sobre qué es ilusión y qué es verdad, la literatura ha de atenerse a los hechos. Cuanto más reales, mejor la calidad de la obra.
Planteada la metáfora del pensamiento como la pesca, la Woolf emprende su búsqueda de la verdad. Se detiene en una primera afirmación: para escribir novelas, una mujer debe tener dinero y un cuarto propio. Y a partir de allí, comienza el camino que oscila entre eventos literarios, historia, escritores y experiencia personal.
Los hombres, a lo largo de su escritura, han demostrado mayor interés por las mujeres que el que las mujeres tuvieron por ellos. ¿Por qué? Porque una cierta visión especular será la que enriquezca su vitalidad. La teoría de la ira, del enojo es construida por la Woolf, durante una visita al museo Británico. Personajes femeninos que han nutrido la literatura y una narradora que nos pregunta qué sabemos de sus vidas. Los anaqueles de las bibliotecas carecen de elementos que figuren su cotidianidad, los libros han sido escritos por hombres furiosos, en la mayoría de los casos, volcando sus prejuicios a la luz de la emoción, nunca a la luz de la verdad. La mujer ha sido importante en el ámbito literario, sin embargo, en la historia ella es un ser mínimo que vive bajo la sombra del hombre.
¿Y qué efectos ejerce la pobreza sobre la mente y cuáles la riqueza? La mujer bebe agua y el hombre vino. He aquí la segunda afirmación de la escritora: la pobreza del sexo femenino. Indudablemente, el patriarcado es el dueño del poder, del dinero y de la influencia. ¿Qué puede hacer una mujer en este sistema? ¿Cuánto habrá de afectarla la pobreza? ¿Cómo sobrevivirá ante semejante discurso? ¿Cómo, si debe sumar además los propios demonios? La escritora intenta, desde la valoración histórica, convenir cuáles han sido los parámetros desde los que las féminas se han movido, evolucionado, involucionado, y hasta sobrevivido. Es evidente que los hombres sabios, en palabras de Samuel Butler, nunca dicen lo que piensan de las mujeres, pero no hacen otra cosa que pensar en ellas.
Del discurso narrativo surge el maltrato padecido por la mujer y la independencia económica como única forma de liberación posible. Además del cuarto propio, una buena renta anual de quinientas libras, recibida como herencia, hará a esta mujer libre para relacionarse de otra manera con los hombres y le permitirá, asimismo, explorar su propia naturaleza tal como lo hicieron ellos. Esta es la libertad que se requiere para escribir.
La tradición de la escritura femenina, según surge de la narración, es intrínsecamente diferente a la del hombre. El hecho de ser mujer ha afectado su desarrollo, justamente por haber sido privada de la libertad. En aquella época carecía del conocimiento del mundo y cuando Woolf inicia el raconto histórico vemos cómo las mujeres que escribían en el siglo XVII estaban, según ella, retorcidas. Retorcidas por la sensación de excentricidad que implicaba ser escritora. Retorcidas por el enojo contra el mundo netamente masculino. Retorcidas y también imposibilitadas porque el mundo estaba convencido de que lo que ellas escribían era algo que ‘estaba mal’. El temor que ellas sienten es más fuerte que cualquier posibilidad de progreso o mejoría. Entonces, la mujer regresa al ámbito del resguardo masculino, desperdiciando su talento. Por esto mismo, Shakespeare, ávido de la palabra, tiene un lugar en la sociedad isabelina que a su hermana le es negado. Como corolario la hermana se suicida en una noche de invierno. El desarrollo de las capacidades femeninas se trunca, una y otra vez. Porque ¿quién puede medir el calor y la violencia de un corazón de poeta, arraigado, envuelto en el cuerpo de una mujer?
Durante el siglo XIX, algunas escritoras no sienten la domesticidad como una desventaja. Tal es el caso de Jane Austen, pero la Brönte, en cambio, añora la experiencia que le niegan las restricciones sociales. Es interesante ver como, pese a las diferencias, ambas logran expresar los valores distintivos de las mujeres. Virginia Woolf analiza el lugar creativo del hombre y de la mujer. ¿Qué condiciones se requieren para la obra de arte? Las condiciones físicas del trabajo son relevantes para la producción de sentido de la obra. El desarrollo de la mujer en la ficción ha sido empobrecido por la limitada imagen que la mujer ha obtenido de sí misma: mujeres forzadas por sus padres y por todo el poder de la ley y del hábito. De una manera u otra, es difícil que la mujer sea vista desde otros ojos que no sean los del hombre.
No debemos olvidar que a lo largo del ensayo, la escritora se plantea llegar a la verdad. Es importante destacar que en esta obra tomada, por el feminismo como teoría que fundamenta, hay ciertos conceptos que demuestran que si bien Virginia Woolf está ejerciendo la defensa de la mujer no se aleja de la mutua correspondencia de los sexos. La escritora manifiesta que ambos se beneficiarían en las diferencias. Este concepto, por demás interesante, demuestra cómo de su lúcida investigación y observación del discurso, hombre y mujer surgen complementarios. Woolf no restringe su teoría a una particularidad excesiva, sino que aboga por la amplitud de mente. Ella misma logra escapar de esos momentos de enojo para que el texto perdure lejos de los propios sentimientos.
La autora reacciona ante el clima de la época, y escribe en defensa de las libertades merecidas por la mujer. El impulso de la narración es un impulso de igualdad que aspira a sacar a la mujer de la oscuridad en la que vive.
En el último capítulo, un hombre y una mujer caminan juntos y suben a un taxi. El cooperativismo de dicha imagen le provoca una sensación de satisfacción y de plenitud.
La experiencia de este viaje, es un viaje hacia el pensamiento. El de la mente, que ella nombra órgano misterioso. En sus reflexiones, las perspectivas del mundo pueden variar pero el instinto finalmente reacomoda el profundo e irracional de ambos sexos.
La palabra de esta escritora, nacida en una aristocracia intelectual, donde pensar no era recomendable, no se pierde en ideologías ni en idealismos. Un cuarto propio es el análisis de la explotación histórica de la mujer bajo un océano de viejas palabras, que según ella misma dice en la Conferencia pronunciada en la B.B.C. en abril de 1937, que se unen en un orden nuevo para que subsistan y creen la belleza para que digan la verdad.

© Silvia Camerotto
imagen de Vladimir Fedotko©, en Uno de los nuestros

Comentarios

Anónimo dijo…
Virginia Woolf, leerla debería ser obligatorio.