Las máscaras del drama en Robert Browning




«All we have willed or hoped or dreamed of good shall exist», Abt Vogler, Robert Browning




Breve descripción de lugar
Técnicamente, el monólogo dramático, cuyo origen se remonta a las tragedias griegas, se perfecciona como poética solo a partir de Browning. En la estructura compositiva, el poeta asume la personalidad de un personaje histórico o ficcional ya desaparecido, y le da voz en primera persona, confundiéndose con él. La exposición es indirecta e irónica. El tono, la estructura y el ritmo son coloquiales. La unidad del poema —que comparte las características del drama— es producto de la tensión entre opuestos emotivos e intelectuales. Será en el momento de mayor intensidad donde el personaje/narrador se revele a sí mismo aunque nunca de manera directa.
En sus primeros años Browning escribe una larga cantidad de confesiones personales y poemas biográficos, tomando a Shelley como modelo. En los volúmenes Men and Women de 1845 y Dramatis Personae 1864, desarrolla el género del monólogo dramático.
Bajo la influencia del drama y los soliloquios shakesperianos, los extensos monólogos se hacen breves, delimitados por un único personaje. El narrador queda separado del poeta y se dirige a un público implícito y silencioso, que asiste cada escena. La calidad tonal del monólogo, su ritmo y el lenguaje propiamente dicho, pueden resumirse como la técnica de la revelación, siempre concisa, que nos permite acceder al personaje.
No sólo Shakespeare influye en la escritura browniana, sino que de la poesía de Donne, frecuentemente citada en sus cartas a Elizabeth Barret, obtiene la técnica de emplazamiento, para definir así la situación o para revelar el conflicto, como así ambién la dicción idiomática, el ritmo, y la concentración en el aspecto psicológico.
Para lograr objetividad, Browning evita el juicio moral a favor de la presentación directa del personaje, consecuentemente el lector es quien hará su propio juicio, confrontando el poema como una experiencia activa antes que un juicio preconcebido.


My last Duchess

El poema fue publicado por primera vez en la colección Dramatic Lyrics en 1842 y es un de los mejores ejemplos del uso que Browning hace del monólogo dramático. La rima está construida en pentámetros, con versos encabalgados. Así es como el poeta expande la fuerza sutil que yace detrás de las revelaciones del duque de Ferrara.
El narrador, distinguiéndose claramente del poeta, imita voces ajenas, crea situaciones hipotéticas y usa la potencia de su personalidad para que los horrores que relata resulten graciosos.
El poema, basado en la vida del duque de Ferrara, habla del retrato de Lucrecia, su última esposa, fallecida en 1561. El creador del cuadro, Fra Pandolf, un aristócrata renacentista, por momentos, aparenta estar presente. A medida que nos adentramos en el poema, comprendemos que el duque de Ferrara esta hablando con un representante, o una persona de confianza, sobre su prometida. Las palabras de los versos indican que el duque es un hombre educado y culto, quien menosprecia a su silencioso interlocutor.
Parado delante del retrato de su última esposa, habla de los fracasos y las imperfecciones que la constituyeron. Sin embargo, el discurso indica que los fallos e imperfecciones de la mujer eran, en realidad, cualidades como la compasión, la modestia, la humildad, la cortesía y el placer de las pequeñas cosas. La ironía abunda.
Browning detalla el displacer que le produce al duque la falta de atención de parte de su esposa, de quien pretende la rendición de culto. Es posible leer, no solo las imperfecciones de Lucrecia, sino también las del duque, el que no tarda en revelar sus dotes como manipulador. Arrogante, posesivo y controlador, Ferrara siente celos de Fra Pandolf. Convencido de que una mujer solo debe ser satisfecha por su marido, deduce que Lucrecia es una mujer fácilmente impresionable. No solo el pintor despierta la envidia en el duque, sino todo aquél a quien su mujer dirija una sonrisa.
Su actitud condescendiente surge claramente del contexto: el narrador se cree un ser superior. Esto se evidencia de las líneas 9 a 11 del poema. El uso de la palabra nadie resume el sentido de ‘ninguno que no sea yo’.
Casi en el cierre del poema, las sonrisas quedan detenidas. Presumimos que fue el propio duque quien da orden de asesinar a su mujer. No hay indicios de cambio en su personalidad, por el contrario, aclara que espera igual sumisión de su actual prometida, a quien se une sin ningún interés económico, contrariamente a las convenciones de la época. La mujer es un objeto, una ganancia, una criatura a la que se debe dominar. Concientemente Browning cierra el poema con la estatua del dios Neptuno, regalo de su prometida, tratando de dominar a un caballo de mar.
Es importante destacar la fascinación que produjo en el poeta el Renacimiento italiano. La eterna búsqueda de Browning sobre el valor del arte y la moralidad, inherentes y contradictorios, cuya representación se imbrica entre violencia, estética y sexo. Es posible pensar que quizá el motivo para castigar a Lucrecia es una cuestión de naturaleza sexual. El poema es el reflejo de la sociedad victoriana y su intento de controlar los impulsos individuales. Browning nos fuerza a comprometernos con el poema y también a cuestionarnos sobre cuál sería nuestro comportamiento ante iguales circunstancias.
¿Es el arte una cuestión moral o estética?

MY LAST DUCHESS
1. That's my last Duchess painted on the wall,
2. Looking as if she were alive. I call
3. That piece a wonder, now: Frà Pandolf's hands
4. Worked busily a day, and there she stands.
5. Will 't please you sit and look at her? I said
6. 'Frà Pandolf' by design, for never read
7. Strangers like you that pictured countenance,
8. The depth and passion of its earnest glance,
9. But to myself they turned (since none puts by
10. The curtain I have drawn for you, but I)
11. And seemed as they would ask me, if they durst,
12. How such a glance came there; so, not the first
13. Are you to turn and ask thus. Sir, 't was not
14. Her husband's presence only, called that spot
15. Of joy into the Duchess' cheek: perhaps
16. Frà Pandolf chanced to say, 'Her mantle laps
17. Over my lady's wrist too much,' or 'Paint
18. Must never hope to reproduce the faint
19. Half-flush that dies along her throat:' such stuff
20. Was courtesy, she thought, and cause enough
21. For calling up that spot of joy. She had
22. A heart -- how shall I say? ―too soon made glad,
23. Too easily impressed; she liked whate'er
24. She looked on, and her looks went everywhere.
25. Sir, 't was all one! My favour at her breast,
26. The dropping of the daylight in the West,
27. The bough of cherries some officious fool
28. Broke in the orchard for her, the white mule
29. She rode with round the terrace ―all and each
30. Would draw from her alike the approving speech,
31. Or blush, at least. She thanked men, ―good! but thanked
32. Somehow ―I know not how ― as if she ranked
33. My gift of a nine-hundred-years-old name
34. With anybody's gift. Who'd stoop to blame
35. This sort of trifling? Even had you skill
36. In speech ―(which I have not) ―to make your will
37. Quite clear to such an one, and say, 'Just this
38. Or that in you disgusts me; here you miss,
39. Or there exceed the mark' ―and if she let
40. Herself be lessoned so, nor plainly set
41. Her wits to yours, forsooth, and made excuse,
42. E'en then would be some stooping; and I choose
43. Never to stoop. Oh, sir, she smiled, no doubt,
44. Whene'er I passed her; but who passed without
45. Much the same smile? This grew; I gave commands;
46. Then all smiles stopped together. There she stands
47. As if alive. Will 't please you rise? We'll meet
48. The company below then. I repeat,
49. The Count your master's known munificence
50. Is ample warrant that no just pretence
51. Of mine for dowry will be disallowed;
52. Though his fair daughter's self, as I avowed
53. At starting, is my object. Nay, we'll go
54. Together down, sir. Notice Neptune, though,
55. Taming a sea-horse, thought a rarity,
56. Which Claus of Innsbruck cast in bronze for me!


Mi última duquesa
1. Ésa es mi última Duquesa pintada en la pared
2. Como si estuviera viva. Llamo, ahora,
3. A esta pieza maravilla: las manos de Frá Pandolf, un día,
4. Trabajaron afanosamente, y allí está ella.
5. ¿Podría usted sentarse y observarla? Dije
6. ‘Frá Pandolf’ por quien lo diseñó, pues nunca
7. un desconocido como usted ha visto ese semblante,
8. La profundidad y la pasión de su mirada sincera,
9. Se transformó para mí, (nadie ha permanecido
10. Detrás de la cortina que he corrido para usted, excepto yo)
11. Y parecía que iban a preguntarme, si se hubiesen atrevido,
12. Cómo llegó tal mirada hasta aquí; entonces, no es usted
13. El primero en observarla y preguntar. ¿Señor, no era únicamente
14. La presencia del marido, lo que causó aquel tinte
15. De felicidad en las mejillas de la Duquesa? Quizá
16. Frá Pandolf dijo casualmente: ‘El manto cae
17. Con pesadez sobre la muñeca de mi Señora’ o ‘La pintura
18. No debe intentar reproducir el desfalleciente
19. Sonrojo que se esfuma por el cuello’: tales cosas
20. Son cortesías, pensó ella, y fue causa suficiente
21. Para convocar a la dicha. Tenía
22. Un corazón — ¿cómo podría decirlo? — sencillo de alegrar
23. Fácilmente impresionable; le gustaba toda cosa
24. Que veía, y su mirada se extendía a todas partes.
25. Señor, ¡era toda una! Mi gracia en su pecho,
26. La caída del día en el Oeste,
27. Las ramas del cerezo que algún tonto oficioso
28. quebró en el huerto para ella, la blanca mula
29. En la que montaba alrededor del caserío ― todas y cada uno
30. Obtendrían de ella igual aceptación,
31. O incluso, sonrojos. Agradecía a los hombres, — ¡bien! pero de
32. Alguna forma agradecía — no sé de qué manera — como si ordenara
33. El regalo de mi nombre de novecientos años de antepasados
34. Entre los regalos de cualquier otro. ¿Quién se atrevería a culparla
35. Por esta clase de juego? Aún cuando poseyeras la destreza
36. De la palabra — yo carezco yo de ella— para que tu voluntad
37. Fuese clara en todo sentido, y decir, ‘Esto o aquello
38. De ti me disgusta; aquí es donde te equivocas,
39. O allí donde te excedes’ — y si se permitiera
40. A ella misma ser aleccionada, sin contraponer
41. Su sagacidad a la tuya, la verdad sea dicha, y se excusara
42. ― Aún entonces implicaría cierta condescendencia, y yo elijo
43. No rebajarme. Oh señor, ella sonrió, no hay duda,
44. Cada vez que la crucé, pero ¿quién podría transcurrir
45. Sin su sonrisa? Esto aumentó, di órdenes;
46. Entonces las sonrisas se detuvieron. Allí está ella
47. Como si estuviera viva. ¿Podría usted levantarse? Nos reuniremos
48. Con el resto de la gente, entonces. Repito
49. El Conde y su consabida magnanimidad
50. Es la amplia garantía de que ningún justo reclamo
51. De la dote por mi parte será rechazado;
52. Aunque el alma de su hija, como he declarado
53. En un principio, es mi objetivo. No, descenderemos
54. Juntos, señor. Observe usted a Neptuno, entonces,
55. ¡Domando un caballo de mar, que todos creen una rareza,
56. Que Claus de Innsbruck ha tallado en bronce para mí!

Versión© Silvia Camerotto
imagen de Sylwia Makris©, en Uno de los nuestros


© Silvia Camerotto

Comentarios

Mariano Shifman dijo…
Hola Silvia:
Leí con mucho interés tu versión de "My last duchess" de Browning. Es un excelso poema,y el antecedente de buena parte de la poesía moderna. Conozcouna versión de Rolando Costa Picazo, a mi criterio también muy buena.
Silvia, te invito a visitar mi blog: www.poesias-de-mariano-shifma.blogspot.com; allí hay poemas de mi libro "Punto Rojo".
Seguimos en contacto
Te envío un cordial saludo
Mariano Shifman
robert browning es un autor poco trabajado en el castellano, y este poema es muy interesante, sobre todo por la técnica, que el poeta maneja a la perfección.
agradezco tu recomendación. chequearé la versión y, más tarde, pasaré por tu blog.
un saludo.
El poeta español Salustiano Maso logró unas versiones ejemplares y de una soltura impensada para las normas que tomó a la hora de traducir a Browning: hacer de las rimas consonantes , asonantes, y respetar, dentro de las posibilidades del español, los metros del original. Cuando disponga de tiempo, si es que no tuviste la oportunidad de leerlas, te transcribo acá su versión de "My last duchess".
no, joaquín. no las conozco. me interesan. estoy trabajando en los monólogos dramáticos de browning desde hace unos tres años. la versión que aquí aparece, es una de las primeras. hice más versiones del mismo monólogo.
si puede le agradecería la versión de Maso.
un saludo cordial,
silvia